jueves, 26 de noviembre de 2009

Pequeñas gotas de realidad





Huele a mañana, tierra mojada, y mientras entro en la realidad miro al cielo y voy abriendo mi local.
Cojo el pan, lo preparo, huelo el café; me pongo uno, bien calentito, para poder hablar algo por la mañana.

Recuerdo alguna pieza clásica mientras pongo las noticias y me vuelvo a preguntar si algún dia sólo darán noticias buenas en el telediario.

No sé por qué, alguna extraña manía, empiezo siempre a leer el periódico del revés, desde la última página hasta la portada.

Primero llega David, se prepara un café antes de empezar con su ambulancia y me cuenta sus cosas. Me pregunta cuándo voy a echarle las cartas y yo intento evadirme cambiando de tema o poniendo música.

Me preocupa Dolores, la abuelita del bloque de al lado que todas las mañanas bajaba a desayunar conmigo: lleva tiempo sin venir, ha estado muy malita... Y es muy mayor.
Bajarse por las mañanas a desayunar después de estar todo el santo dia sola es para ella como un soplo de aire fresco y de juventud; y para mi algo nuevo que aprendo de ella con cada historia.

La gente mayor, como los niños, se han desecho de muchos prejuicios y dogmas y lo ven todo de una manera tan diferente... Siempre me anima a hacer todo lo que me diga el corazón "pues, aunque te equivoques, eso es lo que te llevarás el dia que estés como yo, cuando lo material no te sirve de nada, todos esos momentos que tanto merecen la pena, así que disfrútalos"... La como a besos y la ayudo a levantarse torpemente de la silla, pero agarrando el bastón con fuerza y levantando la cabeza bien alto.

Canturreo algo que me invento.

Es la hora de los amantes.

Primero llega él, siempre con la mirada baja, enchaquetado y repeinado hasta las trancas, con un reloj caro y entra rápido en el bar.Me pide para dos y se esconde en la mesa de detrás de una columna al final.

Ahora viene ella, una señora muy señoreada, rubísima y oliendo a perfume caro, también entra corriendo pero esta al menos sonríe y me mira a los ojos cuando habla.Se sienta junto a él y allí se tiran todos los dias, un rato por la mañana, otro rato por la noche.

¿Que cómo sé que son amantes? Es fácil:

La mirada de él y ese miedo... Él está casado y no es feliz, sólo tiene ese rato para desconectar del mundo, cuando está con su Venus.

Se miran con ternura y deseo,a veces se besan, se esconden en el rincon mas discreto del bar, una pareja de esa edad no se acaramela en un bar, y si lo hacen no se van a esconderse ni entran por separado.

Les dejo en su mundo y sigo trabajando..

Ahora llegan los albañiles, de mis clientes preferidos, no sólo por su exquisita educación y trato al personal, y aparte de que siempre dejan propina, la mayoria sonríe y no van mirando el reloj como locos, te hacen gracias para que te rías y de vez en cuando te sorprenden con alguna conversación profunda e interesante.

Lo contrario que los de las oficinas que vienen luego, son otro rollo...

La hora Bohemia: la de las cervezas

Conversaciones utópicas , golpes de estado, arreglando el mundo, política fútbol y religión se entremezclan con las burbujas de los tubos y el olor a aceituna.

De vez en cuando hace su aparición fugaz el Violinista como siempre regalándome frases de brillantez o una reflexión apretadamente filosófica. Me encanta, sobre todo cuando, rara vez y siempre que estemos los 2 solos, se saca el violín y le arranco un sólo tan bonito que llena el bar de colores cálidos y consigue por un momento parar el tiempo:





Una mañana mas ha pasado, entre tantas cosas e historias que se encuentran en este mismo lugar.

*Neö