martes, 18 de septiembre de 2007

La biblioteca de Al- Hakam

Viajemos una vez más en el tiempo:








El nombre de la librería es un homenaje al califa de Córdoba
AL-HAKAM II, su breve reinado se desarrolló de 961 al 976
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Al-Hakam al-Mustansir billah, hijo de Abd al-Rahman al Nasir y segundo califa de al-Andalus, es para nosotros el señor de los libros. Fue el más culto de los omeyas andaluces .../...
Desde su infancia se había educado con los mejores sabios de Córdoba.../...
Desde el 970 había estado en paz con los reinos cristianos. Así pudo dedicarse sin contratiempo a lo que más amaba, a administrar su país y su biblioteca.../...
Añadió a la Mezquita sus naves mas resplandecientes.../...
Fundó veinticinco escuelas publicas en Córdoba. Dispuso que a los pobres se les suministraran gratuitamente las medicinas en la farmacia del alcázar.../...
El sobrenombre que adoptó al-Hakam cuando subió al trono, al-Mustansir billah, significa "el que busca la ayuda victoriosa de Dios". Lévi-Provençal lo llama "sabio impecable, mecenas fastuoso, amigo de las letras y de las artes". En Damasco, en el Cairo, en Constantinopla, hombres enviados por él indagaban en las bibliotecas y pujaban en los mercados de libros para obtener aquellos que no se encontraban en Córdoba.../...
Detrás de los muros del alcázar de Córdoba, la biblioteca de al-Hakam II contenía un resumen abrumador del Universo.../...
Casi ningún rey del mundo poseía tantas monedas de oro como al-Hakam: ningún otro pudo enorgullecerse de poseer cuatrocientos mil libros.../...
De los cuatrocientos mil volúmenes que poseyó, sólo uno ha llegado hasta nosotros: lo encontró Lévi-Provençal en 1938, en una biblioteca de Fez.../...


Extracto de "Córdoba de los Omeyas" Antonio Muñoz Molina




Después de Alejandría, Córdoba tuvo la mayor bibioteca del mundo anterior al Renacimiento, la de Al-Hakam, cuyos avatares cuenta con pasión Antonio Muñoz Molina en el capítulo "Los libros y los días" de su "Córdoba de los Omeyas".



Las dos bibliotecas ardieron y en sus cenizas desaparecieron autores completos que hoy nos deslumbrarían, obras que consideraríamos clásicas y saberes que la imaginación no ha vuelto a soñar.



Al-Hakam II (m. 976) fue un entusiasta en coleccionar manuscritos y atraer hombres sabios a su corte. Su biblioteca tenía fama de contener 400.000 volúmenes.



El islamólogo holandés Dozy (1820-1883) dice: «Sólo el catálogo de su biblioteca se componía de 44 cuadernos, y no contenía más que el título de los libros, y no su descripción...Y al-Hakam los había leído todos, y lo que es más, había anotado la mayor parte...



Hakam conocía mejor que nadie la historia literaria, así que sus notas han hecho siempre autoridad entre los sabios andaluces. Libros compuestos en Persia y en Siria le eran conocidos, muchas veces, antes que nadie los hubiera leído en el Oriente».



Y al-Hakam tenía a un preceptor y consejero como al-Zubaidí (m. 989) que acuñaba pensamientos como éste: «Todas las tierras, en su diversidad, son una. Y los hombres todos son vecinos y hermanos».



Símbolo de esta cultura andalusí, pluralista, tolerante y universalista, con más de 400.000 volúmenes que abarcaban todas las ramas del saber. Tenía anejo un taller de escribanía con copistas, miniaturistas y encuadernadores, y se conoce los nombres de las dos copistas más importantes: Lubna, secretaria de Alhaken II, y Fátima.



Según cronistas, en un solo arrabal de la ciudad podía haber unas ciento setenta mujeres dedicadas a la copia de libros, lo que da una idea de la cultura a la que llegó la mujer cordobesa en aquellas fechas. También tenía agentes para ojear y comprar libros en El Cairo , Bagdad, Damasco y Alejandría.

Desde la biblioteca subvencionaba no sólo a los escritores y estudiosos de Al-Andalus sino de todo el mundo: cuando supo que Abu el-Faraj Isfahani había comenzado su célebre antología de poesía y canción árabes, le envió mil monedas de oro paa tener una copia. El Isfahani le envió una especial, con la genealogía de los omeyas, porque Alhakén, que leyó y anotó muchos de los miles de libros de su biblioteca, era un genealogista consumado, el más importante que haya tenido esta disciplina, todavía hoy es la máxima autoridad.



Desgraciadamente, el miedo a la difusión de ideas consideradas peligrosas por el poder y la utilización política del fanatismo ideológico introdujeron en al-Andalus la nefasta práctica de la quema de libros. La primera destrucción a gran escala fue ordenada por Almanzor y tuvo por objeto expurgar la magnífica biblioteca de al-Hakam II de todos aquellos libros «de ciencias antiguas», es decir, de tema filosófico-científico, que allí se encontraran, salvo los de medicina y matemáticas. «Algunos de los libros fueron quemados, otros arrojados a los pozos de palacio, donde se les echó encima tierra y piedras, o destruidos de cualquier otra forma» (Sá'id al-andalusi, Tabaqát).



Los filósofos llevaron la peor parte en esta represión cultural: con los libros de Ibn Hazm hicieron una hoguera en Sevilla mientras él vivía; diversos escritos de Ibn Masarra fueron pasto de las llamas después de muerto; los almorávides ordenaron quemar las obras de al-Gazzáli.




No debería olvidarse, sin embargo, que al finalizar la conquista de Granada por los Reyes Católicos se desató una feroz y sistemática destrucción del inmenso tesoro bibliográfico expoliado a los vencidos. Desde la primera quema de varios miles de manuscritos árabes ordenada por el cardenal Cisneros hasta años después de la definitiva expulsión de los moriscos, la Inquisición se empleó a fondo con esa trágica eficacia de la que el cristianismo ha dado tantas pruebas a lo largo de la historia.



Una vez más una de tantas maravillas destruidas por el egoísmo humano con fines ocultos políticos, estúpidos y/o religiosos. A ver si aprendemos de una vez la lección. La medicina moderna entre otros, estaría mucho más avanzada si no se hubieran perdido joyas como éstas.



*Neö

"Sé ávido por saber
y serás sabio"
*Isócrates

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